Una vez más, Lieke fue separada de Tjang, pero esta vez sería para siempre. Nunca más olería el aroma de Tjang ni las fragancias de su jardín especial, nunca más prepararía comida a su lado, ni probarían el bumbus de la otra o sabría si Tjang revelaría más secretos de cocina. Lieke ahora tendría que hacer todo por sí misma en un país que la esperaba a ella y a su familia pero que no era su patria. Tjang nunca volvería a burlarse si Lieke lloraba cada vez que cortaba las cebollas en juliana. Ambos corazones se volvieron a desgarrar al despedirse, esto fue definitivo y en ese momento ambas mujeres murieron un poco. Su crudo lema 'Guarda tus lágrimas para más tarde' no se cumplió de momento. Ella no guardaría sus lágrimas esta vez, ¿cuándo sería más tarde? El tiempo no perdonó a Lieke.

“Guarda tus lágrimas para más tarde” es una cita que Lieke a menudo pronunciaba. Yo misma he pensado durante mucho tiempo en usar esa frase como título para este libro. Sin embargo, ese título podría evocar un libro cargado de miseria, y no es este el caso, aunque también es posible llorar de risa. Además, "no te quejes, solo lleva tu carga y ora por fortaleza" era otra frase común de Lieke; es un dicho típico de esa época para los Indos, pero también para los holandeses.

 

Escribir sobre Lieke es saber que sus hijos, nietos y bisnietos conocen quién es su abuela. Todos los hijos, nietos y bisnietos han contribuido a la realización de este libro. Todos los eventos son ciertos y gran parte de la información histórica me fue proporcionada por Jan, Erna y Rob, pero algunos eventos no los conocemos y por lo tanto en esos casos he dejado volar mi imaginación.

 

Anne Hoemakers

Cubierta del libro

Lieke


Esa mañana Lieke fue temprano a la escuela, a las siete en punto, pero solo estuvo allí poco tiempo, lo cual lamentó porque le encantaba estar en la escuela. Todos los temas le interesaban porque tenía muchas ganas de aprender. Ella ya estaba en el último año de la U.L.O. y tendría sus exámenes finales este año. ¿Qué iba a hacer después de la secundaria?

Velozmente, pero segura de sí misma, caminó de vuelta a su casa, la cual estaba ubicada detrás del Hotel Du Pavillon de tía Engeline y tía Louise. Ambas tías administraban el hotel, detrás del cual había una pequeña área amoblada como una cabaña donde vivía junto a ellas. No era grande, pero estaba completamente equipada y Lieke tenía su propio espacio privado. Su padre no la visitaba con frecuencia y cuando lo hacía, era sólo por un corto tiempo. Él la chequeaba, veía si estaba saludable y le preguntaba sobre cómo le iba en la escuela. Luego iba al restaurante a comer algo, antes de volver a su atareado trabajo. No tenía ninguna relación con él excepto el conocimiento de que él era su padre y que ambas tías cuidaban de ella. Ese día solo había estado en la escuela dos horas, ya que las últimas dos horas de educación fueron canceladas por la ausencia de su maestra.

Tía Engeline estaba esperando por Lieke y le pidió que limpiara el restaurante inmediatamente, ya que un grupo de 10 personas llegaría al mediodía para un almuerzo suntuoso. Mientras limpiaba la terraza exterior del restaurante, sintió que alguien la observaba. Al principio, no le prestó atención y continuó con su trabajo, ya que sabía muy bien la rutina. Primero limpiaba las mesas, luego las ponía en el orden correcto, luego barría la terraza, dotaba las mesas de platos y cubiertos y finalmente ordenaba todo de manera impecable.

Tía Engeline había sido completamente clara: las mesas debían estar listas antes de las 12 del mediodía. No era una tarea difícil: lo hacía con sumo cuidado todos los días y disfrutaba hacerlo de la mejor manera. Antes de llegar los invitados, ella miraba las mesas maravillosamente puestas y se sentía orgullosa de sí misma. Pronto los invitados llegarían, ensuciando todo y haciendo un desastre.

Raden Ayu Asti (Tjang)

madre de Lieke y abuela de Anne

El Hotel du Pavillon. La imagen del centro representa la recepción, donde Lieke trabajaba.

(Para más información, visite www.semarang.nl)

Mientras trabajaba seguía sintiendo que alguien la observaba. ¿Tal vez Tía Engeline o Tía Louise la espiaban? Sin embargo, este no era el caso. Miró hacia la izquierda, luego hacia la derecha y finalmente, al otro lado de la calle, vio a una mujer nativa vestida con un sarong kebaya. El resplandor que emanaba esta persona confundió a Lieke. La mujer tenía un rostro afable y su cabello recogido en un kondé (moño). La reconoció, pero no sabía de dónde. Se dio la vuelta y continuó con su trabajo, aún quedaba tanto trabajo por hacer antes de que llegaran los invitados. La mujer se quedó al otro lado de la calle y se quedó erguida con las manos cruzadas frente a su cuerpo. Siguió parada allí, observando. Lieke sintió los ojos penetrantes de esta mujer y eso la puso nerviosa. ¿La conocía? La mujer siguió mirándola y de repente hizo una seña a Lieke para que se acercara. Lieke miró a su alrededor para asegurarse de que nadie la viera, ya que era muy disciplinada y de lo contrario el trabajo no estaría listo. Lentamente, caminó hacia la mujer. A medida que se acercaba, su corazón comenzó a latir más rápido por la anticipación. No podía controlarlo. Esto era inusual, no conocía a esta mujer.

Fue en ese momento que Tía Engeline la llamó para preguntarle si todo estaba bien, y le dijo a Lieke que los invitados probablemente llegarían media hora antes.

¡Oh! ¡No había tiempo que perder y tuvo que volver a trabajar! Le gritó a tía Engeline que había entendido y se disculpó. Completamente perpleja, regresó a la terraza para seguir arreglando las mesas, siempre mirando de vuelta a la mujer, quien movió su dedo índice derecho hacia su boca – en un gesto de silencio – y luego sostuvo ambas manos frente a su pecho en forma de corazón. La misteriosa mujer lo hizo de una manera tan encantadora que Lieke quedó aún más desconcertada.

Willem Alexander Fransz nació en Bondowoso el 11 de febrero de 1887 y vivió un buen tiempo en Semarang (1913), donde fue empleado de la compañía Standard Oil así como de la Export and Commission Trading Company. La familia Fransz realmente formaba parte de la élite social. En el Indische Navorscher – un índice genealógico acerca de las Indias Holandesas –  hay páginas enteras dedicadas a los Fransz. Además, está vinculada con otra afamada familia: los Burgemeestre.

 

El calor abrasador lo agotaba. Corría el mes de diciembre y la húmeda época de lluvias lo hacía más y más lánguido y menos alerta. A esto se sumaba la indolencia de los indígenas, lo cual le era indiferente. Los nativos lo hacían sentir impaciente; de hecho, a veces lo enfurecían. Él no podía evitarlo, ni ellos tampoco. No tenía la distracción necesaria y sólo estaba ocupado con el trabajo, el trabajo y el trabajo: organizar proyectos, supervisar personas y asegurarse de que todo estuviera listo a tiempo, pero esa era una tarea pagana aquí. Terminar a tiempo no estaba en su naturaleza, no estaban acostumbrados a eso aquí. Puede que él tuviera un bonito reloj en la muñeca, pero esos nativos tenían todo el tiempo del mundo y nunca estaban bajo presión. Él era demasiado serio y necesitaba divertirse más y sacar lo mejor de ello. Tenía que encontrar una esposa. Había muchas mujeres a su alrededor, algunas de ellas realmente hermosas y todas dispuestas a comprometerse. La meta era elegir una esposa que compartiera su mismo estilo de crianza y educación, pero no había ninguna así en Semarang.

El tiempo era clave para encontrar una esposa adecuada y ya había puesto sus ojos en una hermosa babu que era parte del personal de su casa. Ella no tenía la misma educación, pero su necesidad de una mujer era más fuerte que la mal llamada cuestión de clase. Le parecía muy hermosa. Ella tenía esa mirada especial en sus ojos, una persona observadora que estaba pendiente de todo y siempre sabía qué hacer cuando se le pedía. Cada vez que él la miraba, ella se alejaba, pero él aún veía su mirada atenta y típica, que siempre era diferente, y siempre refrescante para él. Su cara era ovalada, con pómulos altos debajo de sus ojos marrones verdosos en forma de almendras, su cabellera siempre recogido en un moño clásico. Su frente era grande, su cabello formaba un corazón sobre su cuero cabelludo y tenía una hermosa piel clara e impecable. No tenía la tez oscura típica entre las mujeres nativas. Caminaba con la gracia de una modelo y tenía un cuerpo atractivo. Su nombre era Asti y parecía que además de los típicos rasgos indonesios, también tenía algunas facciones chinas. Sí, intentaría cortejarla.

Su nombre completo era Raden Ayu Asti y su apodo era Tjang, un nombre utilizado más tarde por Lieke y los niños ya que significa abuela en malayo. De niña empezó a trabajar en la enorme casa que ahora ocupaba Willem Alexander Fransz, un hombre que cuidaba de ella. Tjang sentía que aquel hombre seguía cada uno de sus movimientos, pero ella no era consciente de su belleza, ni de su grácil forma de andar. A pasos cortos – ya que no podía caminar más rápido debido a su sarong – hacía los trabajos diarios de la casa.

De vez en cuando, Tjang ayudaba a Manus, el jardinero, a cuidar de los árboles frutales y los cultivos. Ella también tenía su propio pequeño jardín de hierbas, del cual se ocupaban juntos. Se llevaban bien y charlaban ocasionalmente durante las actividades de jardinería y, en realidad, eso era lo que más le gustaba a Tjang de vivir y trabajar en esta casa; cocinar y hacer las tareas del hogar eran fáciles para ella. Manus era un verdadero joven nativo que, en silencio, estaba loco por ella. Tjang, por otro lado, veía a Manus sólo como un amigo con el que se llevaba bien. Se reían mucho y Manus le enseñaba todo sobre el jardín. En fin, parecían hermanos. Manus pensaba que poseía un sexto sentido y podía predecir todo, así que, en un estado de ánimo loco, le anunció a Tjang que ella daría a luz a un hijo el próximo año. ¿Cómo podía Manus decir eso? Tjang sabía que Manus a menudo tenía razón, tenía una intuición bien desarrollada y había acertado más de una vez, pero no quería oír nada de eso.

En aquella agobiante época de lluvia, Tjang fue cortejada por Willem Alexander Fransz, el caballero indoholandés. Él estaba ciegamente enamorado de esta mujer y pasaron muchas tardes, pero sobre todo noches, juntos. Al poco tiempo Tjang quedó embarazada de su primer hijo, Louis Eduard, apodado Eddy, quien nació el 21 de julio de 1908.

Willem Alexander permaneció con Tjang durante mucho tiempo, pero no la consideraba su esposa legal y, por lo tanto, Eddy no fue reconocido como su hijo legítimo. Eddy fue criado por su madre. Pronto después nació Léonie, más tarde apodada Lieke, el 25 de mayo de 1916. Sin embargo, pasaron siete años antes de que el Gobernador General de las Indias Orientales Holandesas permitiera a Lieke adoptar el apellido Fransz. Eddy, en cambio, no recibió el apellido de su padre sino muchos años más tarde.

Lieke tendría unos cuatro años cuando Willem Alexander Fransz sintió que su hija necesitaba una buena educación. A sus ojos, eso significaba que Tjang, siendo una babu, no era capaz de hacerlo. En otras palabras, Lieke ya no podía quedarse con Tjang, pues él la alejaría de su madre. Willem visitó a Tjang en su pequeña choza y le dijo que sus dos hermanas mayores, de buena “mentalidad holandesa” se encargarían de la crianza de Lieke. Él quería que la pequeña Lieke tuviera buenos modales holandeses y una buena educación.

 

Por supuesto, Tjang no estaba de acuerdo con esto en absoluto, pero bajo ninguna circunstancia podía contradecirlo. Como mujer nativa no tenía permitido decir mucho ni derechos algunos. Ella dependía de Willem Alexander Fransz, él pagaba su cabaña, él proveía su ingreso monetario y por tanto podía apoyarla o destruirla. Desgarradoramente tuvo que despedirse de la niña y la pequeña Lieke no tenía otra opción sino ir con su papito a casa de Tía Engeline y Tía Louise. Sabía que su casa era muy agradable.

 

Willem Alexander Fransz le dio permiso a Tjang para quedarse cerca y poder ver siempre a la niña, pero de ninguna forma le era permitido acercarse a ella. A partir de ese día, la rutina diaria de Tjang incluía echar un vistazo a la pequeña Lieke, pero había días en los que no veía a la niña en absoluto. Los años pasaron y pasaron y poco a poco vio a la pequeña crecer cada vez más. Vio cómo se vestía, cómo jugaba con los animales, pero sobre todo cómo se ponía cada vez más bella. Tjang también siguió a Lieke, sin que ella se diera cuenta, de camino a la escuela para ver cómo interactuaba con los otros niños. Debieron ser años muy difíciles para Tjang, seguir a su propia hija pero sin poder acercarse ni tocarla, pero ella sabía que algún día las cosas cambiarían. Nunca se supo por qué Tjang fue separada de Lieke y no Eddy, o incluso ambos.

Certificado de bautizo de Louis Eduard, a quien llamaremos Eddy (hermano de Lieke), quien nació en 1908. Fue bautizado en abril de 1920 como hijo de Willem Alexander Fransz y, curiosamente,

Tjang es referida en el documento como mujer Jav (javanesa).

Documento oficial que comprueba que el apellido de Lieke es Fransz

Lieke, al centro de la fila de atrás.

En la foto tiene alrededor de nueve o diez años.

Lieke no recibió una cálida bienvenida por parte de tía Engeline y tía Louise. A las hermanas les pidieron que le dieran a Lieke una buena educación y eso fue lo que ella recibió. Lieke se convirtió en una alumna ejemplar en la escuela primaria, e incluso después de eso se graduó de la U.L.O, que era algo excepcional en aquella época. Era una niña muy inteligente y era buena para los idiomas, pero también para la aritmética. De niña la orientaron más hacia los idiomas, e incluso aprendió taquigrafía, algo que no era posible para mucha gente en aquellos tiempos.

 

Desde los 14 años trabajó en el Hotel du Pavillon durante su tiempo libre de la escuela. Debido a su buena apariencia, le asignaron trabajar en la recepción, pero también ayudó en el restaurante. Sus dos tías estaban a cargo de dirigir el hotel. Además de su buena educación, y gracias al trabajo en el restaurante, aprendió las normas de etiqueta; ¡Podía comer sin que se escuchara el sonido de los cubiertos! Lieke creció hasta convertirse en una hermosa y madura mujer. Además de la deliciosa comida, los clientes también visitaban el restaurante para verla.

 

Caminaba con tanta gracia como Tjang y siempre estaba radiante. La niña fue “bien criada" por sus tías, pero no pudieron entregarle el amor que le habría dado su verdadera madre, Tjang. Nunca recibió un abrazo ni una caricia. Por tanto, le resultó muy difícil darlo cuando tuvo sus propios hijos más adelante, porque no estaba acostumbrada a ello.

 

Lieke nunca preguntó cómo ni por qué, ni siquiera cuando su padre la visitó en el restaurante. ¿Era demasiado tímida para preguntar? Era una época distinta; la gente aceptó la situación tal como era. Nunca nadie le dijo nada, y así pasó días de alegría con las babus, los culis, sus tías y por supuesto en la escuela. Pero también hubo momentos de soledad, al estar aislada en su habitación sin saber que su madre estaba tan cerca y que extrañaba, sin saberlo, sentir el abrazo, el beso en una herida o la caricia en la mejilla.

Vendría un grupo de 15 personas comiendo en el restaurante. Llegarían a la una en punto y Lieke ya estaba ocupada arreglando las mesas, estaba adelantada a lo agendado y se sentía satisfecha de sí misma. De nuevo sintió que alguien la observaba y volvió a mirar hacia el otro lado de la calle, donde la mujer de los ojos penetrantes seguía mirándola. Nuevamente, tenía las manos cruzadas frente a su cuerpo y estaba allí parada, mirándola fijamente. Una serena belleza emanaba de ella mientras estaba allí erguida. Como Lieke estaba a buen tiempo con sus tareas, reaccionó inmediatamente cuando la mujer le hizo una seña y Lieke caminó hacia ella dando pequeños pasos rápidos.

 

La mujer descruzó las manos y estiró ambos brazos hacia arriba como dando gracias a Dios, y luego hizo un gesto de abrazo hacia Lieke, quien se confundía cada vez más a medida que esta mujer se acercaba a ella. Cuando estuvo a un metro de distancia de la mujer, vio que estaba llorando y Lieke seguía sin entender lo que pasaba. La mujer se limpiaba las lágrimas del rostro y de manera entrecortada le dijo a Lieke que ella era su hija, y que le había sido arrebatada hace unos 15 años. Lieke tenía en ese momento 18 años y ya sabía que ninguna de sus dos tías, quienes la habían criado, era su madre biológica. La mujer la tomó en brazos y la acunó como si todavía fuera una niña. Lieke sintió el intenso calor que este gesto emanaba. Nunca había experimentado algo así. Lieke se entregó a este momento mientras la mujer acariciaba su espesa cabellera y murmuraba suavemente su nombre, al tiempo que las lágrimas corrían por su mejilla.

 

Lieke no sabía cómo manejar todo esto. Sus sentimientos reprimidos se despertaron de repente. No podía llorar, ya que siempre le dijeron que fuera valiente, pero sí sentía que ese era el verdadero amor de una madre y que esto le había sido arrebatado. Tjang sólo pudo abrazar a su pequeña y llorar continuamente. Ninguna de las dos sabía cómo manejar esta situación.

A través de las persianas de su salón, Tía Engeline y Tía Louise observaron cómo Lieke y Tjang tenían un encuentro muy emotivo. Ellas mismas no tenían ningún sentimiento sobre el suceso, pero entendieron que había llegado el momento y que ya no podían mantener a las dos mujeres alejadas la una de la otra. Como Willem Alexander ya había fallecido, las dos hermanas ahora tenían que decidir qué hacer con la situación e invitaron a Tjang a su casa. Como damas de corazón frío y verdaderas tías, tuvieron una conversación casi de negocios y nada emocional con Tjang, quien, aunque angustiada, era mayor, más sabia y, por lo tanto, podía responder bien a las tías. Llena de emoción les dijo que ya había esperado demasiado. Lieke era su hija y, quisieran ver esto o no, ella tenía edad suficiente para conocer la identidad de su verdadera madre. Por un momento se olvidó de su rol como babu y luchó en términos emocionales por su pequeña, a pesar de que Lieke ya no era una pequeña niña. Al final ambas tías cedieron. Willem Alexander había muerto, Lieke era una mujer adulta y las tías finalmente habían completado su tarea.

 

Tras este suceso, Lieke pasó la mayor parte de su tiempo libre, cuando no estaba en la escuela o en su trabajo del restaurante, con Tjang en su choza. Madre e hija conversaron extensamente. Tjang le dijo que siempre estuvo cerca de ella; casi todos los días alcanzó a verla, pero lamentablemente no la podía tocar. Tjang la había observado a la distancia mientras Lieke trabajaba en el restaurante o iba a la escuela y siempre había rezado en voz baja pequeñas oraciones para que Lieke tuviera un buen día, semana o fin de semana y, sobre todo, que no le pasara nada. Lieke le dijo sonriendo que siempre había sentido esa radiación.

 

Tjang educó a Lieke sobre las hierbas locales que sanan el cuerpo y la mente. A menudo caminaban por el jardín de hierbas de Tjang, y Lieke era una chica curiosa que rápidamente absorbía toda la información. Tjang le enseñó cómo utilizar las hierbas para sanar diversos males, como los brotes de bambú para tratar las enfermedades e inflamaciones de las articulaciones, el sereh (limoncillo) contra el dolor de cabeza, la fiebre y la diarrea. Además, le enseñó acerca del consumo del djahe (jengibre) para ayudar con los calambres estomacales, y la inhalación de su vapor contra las infecciones pulmonares y los resfriados. El laos, similar al jengibre, es versátil para su uso externo e interno. Lieke aprendió sobre la cúrcuma, con efecto desintoxicante, y que actualmente se le atribuyen todavía más cualidades beneficiosas.

Tjang le enseñó a Lieke que el tamarindo es una deliciosa adición a los platos de carne para que ésta quede agradable y tierna. Tjang además le enseñó a Lieke que la calidad de la canela aumenta a medida que su árbol envejece. Debió ser una de las especias favoritas de Lieke porque, muchos años después, Lieke les dijo a sus hijos, entre risas, que el apellido de su abuela era Canèla y que sus raíces provenían de Portugal. ¡Se identificó con la especia canela!

 

Sin embargo, muchos años después, la familia descubrió que esto era cierto con la ayuda de un árbol genealógico en línea.

 

El jardín de Tjang estaba lleno de las frutas más deliciosas que se puedan imaginar, y ella le enseñó a Lieke los nombres de cada una, así como sus propiedades. Había árboles de mango, banana, papaya, así como guanábana y anones de azúcar. Y luego, por supuesto, estaba el durian, que, cuando se come en exceso, puede aumentar el nivel de serotonina en el cerebro, afectando el estado de ánimo, el sueño, las emociones, la actividad sexual y el apetito. Además, los jeruk (los cítricos) dentro de los cuales está una versión de la naranja llamada jeruk manis (limón dulce). La papaya también se puede utilizar cuando aún no está madura y queda muy bien en una ensalada picante. Y luego está el pisang (banana), el alimento más consumido en el mundo después del grano, el maíz y el arroz.

 

Lieke utilizaba su olfato para oler las frutas de tal manera que nunca olvidaría el olor específico de cada una. Tjang también le enseñó las particularidades de la cocina local, las cebollas rojas, amarillas y blancas y, por supuesto, el inevitable ajo. Tjang se reía de ella con las manos posadas en los costados cuando Lieke cortaba las cebollas en juliana, lo que hizo que Lieke llorara rápidamente. Luego Lieke también se reía mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas. Tjang le mostró a Lieke cómo utilizar las diferentes hierbas y en qué combinación. Tjang le enseñó a Lieke a probar las hierbas con una venda sobre sus ojos y luego a adivinar la hierba que saboreaba. Jugaron este juego hasta que Lieke aprendió a distinguir cada una de las hierbas.

Lieke aprendió a triturar las diferentes especias para hacer un delicioso bumbu (mezcla de especias) para los distintos platos y, por supuesto, los chiles, sobre los cuales Lieke le dijo más tarde a su hija Anne que están llenos de vitamina C. Según Lieke, la calidad de su visión, que estuvo comprometida debido a la mala alimentación durante la guerra, mejoró mucho al comer chiles con frecuencia. Tjang también habló sobre el jamus especial para sus extremidades. Jamu es un término para definir a la medicina tradicional indonesia, la cual utiliza lo que ofrece la naturaleza en forma de hojas, zanahorias, arroz, frutas, hierbas y/o huevos. Esta preparación se machacaba, hervía, preparaba en infusión o se mezclaba. Tjang también le recomendó a Lieke beber un jamu muy amargo todos los días, el cual estaba hecho de ramas y raíces, con la apariencia del abono seco sin moler. Luego se utilizaba para preparar té durante toda una semana. De acuerdo con Tjang, era bueno para la piel y ayudaba a repeler el acné. Estos jamus sólo se usaban después de la primera menstruación y, según Tjang, no debían usarse durante la menstruación.

 

Años después, cuando las tiendas de alimentos (tokos) llegaron a Holanda, Lieke compró jamus ya preparados para regalárselos a sus hijas tras su primer período, pero fue sólo a la más joven a la que le acabaron imponiéndoselo, y no tuvo otra opción. Lieke era fiel creyente de los beneficios del jamu galian singset, una hierba que ahora se ofrece en pastillas e incluso se promueve como un método de pérdida de peso. Este jamu amargo era uno de sus favoritos.

 

Como corresponde a una babu – ya que esto es lo que y quién era Tjang – Lieke también aprendió a comer con los Diez Mandamientos (comer con las manos desnudas). A Lieke no le enseñaron esto sus dos tías y ciertamente no comía así en el restaurante.

 

Años más tarde, en los Países Bajos, sus hijos la sorprendían comiendo de esta manera de vez en cuando. Sólo lo hacía en ocasiones especiales porque no quería ofender a su entorno holandés.

Todo el tiempo perdido debía recuperarse. Madre e hija hicieron lo que pudieron para aprovechar ese invaluable tiempo, pero no podían cambiar el pasar de los años. Era ineludible. Mientras tanto, las tías observaban cómo Tjang y Lieke se acercaban cada vez más. No restringieron ni detuvieron el contacto entre ellas: siempre que Lieke hiciera su tarea y ayudara en el restaurante no habría problemas. Fue solo entonces que Lieke pudo conocer

a su hermano Eddy, cuya existencia ignoraba hasta ese punto.

 

Lieke se volvió una hermosa mujer madura con opiniones propias, e incluso

se tornó un poco rebelde en respuesta a la actitud condescendiente de sus

dos tías.

 

Le costaba ver, en retrospectiva, que Tjang, su propia madre, había estado privada de ella todo este tiempo a pesar de estar tan cerca. En esa fase de rebelión, Lieke conoció a Johan Schenk (nacido el 21 de abril de 1897), un pintor de bellas artes. Johan era un hombre de pocas palabras, un verdadero artista, un bon vivant, pero también un alcohólico que destilaba él mismo toda clase de bebidas y las vendía en licorerías. Él era su mejor consumidor. Lieke huyó de la casa de sus dos tías para mudarse permanentemente con Johan y pronto quedó embarazada de su primer hijo, a quien llamaron Jan. Erna y Alfredo nacieron al poco tiempo.

Poco tiempo después llegó el fin de una era conocida como los viejos tiempos (tempo dulu). En Europa, Hitler mandaba. En el Lejano Oriente, el ejército japonés avanzaba. Fue en vísperas de la invasión del ejército japonés, que marcó el inicio de la guerra y el fin de las Indias Orientales Holandesas, cuando Lieke, Johan y sus tres hijos fueron colocados en un campamento exterior (buitenkampers). Los campos exteriores fueron una suerte de kampongs o villas donde los residentes tenían libre tránsito, pero donde el ejército japonés podía visitar o entrar sin aviso alguno.

 

El área que se les asignó era demasiado pequeña como para poder albergar a los cinco. El baño común era el kali o río más cercano. Las instalaciones eran muy deficientes y la higiene era inexistente; ratas, chinches y moscas eran comunes en los cuarteles donde la gente estaba apiñada cual sardinas en lata. En poco tiempo, Lieke creció y se endureció a raíz de esta vida. Tuvo que arreglárselas para sobrevivir en tiempos difíciles. Había escasez de comida de calidad. De vez en cuando les daban harina y arroz, y ella intentaba aprovecharlos lo mejor posible.

 

Con su ingenio, decidió hornear galletas usando estos ingredientes y venderlas. Las guardaba en un bolso de mimbre colgado al hombro y salía a venderlos, descalza y usando su sarong kebaja. Con su encanto y la experiencia ganada en el restaurante de sus tías sabía vender la comida. Las galletas que no se vendían a menudo se consumían en casa.

 

Los japoneses admiraban a esa hermosa joven. Su elegante andar y su apariencia hacían latir el corazón de muchos hombres. Era una mujer emprendedora y fuerte que cuidaba bien de sus hijos, pero los japoneses no tenían respeto por los demás. Regresaba a casa, al pequeño lugar donde vivían y donde los niños y Johan la esperaban para cenar... si es que había algo de comida. Muchas veces estaba sangrando luego de haber sido terriblemente golpeada o abusada sexualmente. Esto sólo hizo que Lieke fuera más fuerte y más dura consigo misma y con sus hijos. Al igual que todos los niños del kampong Jan, Erna y Alfredo siempre pasaban hambre y estaban gravemente desnutridos. Recibir comida todos los días era un lujo y Lieke a veces se quitaba la comida de su propia boca para dársela a los más pequeños.

Además de ser alcohólico, Johan Schenk también era gravemente asmático, por lo que a esta joven familia no se le permitiría disfrutar de una larga vida juntos. Johan murió poco después de que se mudaran al campamento. Las lágrimas no se escatimaron. Debieron ser las primeras lágrimas que derramó Lieke en su vida, al ver que esta hermosa y joven familia ya no existía. Llena de amor, Lieke lavó el cuerpo de Johan y lo puso en un ataúd hecho con un viejo armario, regando rosas rojas por todo su cuerpo sin vida. Tuvo que seguir viviendo sola con sus tres pequeñas rosas.

 

Esto sucedió en un momento en el que Alfredo había sido privado de alimentos durante mucho tiempo y Lieke acababa de ser golpeada nuevamente por los japoneses. La razón de la paliza fue que a Lieke se le había olvidado saludar

a los japoneses como era costumbre en el campo, porque estaba muy emocionada de tener más arroz y azúcar, lo cual era algo especial, para sus niños. Todos en el campamento debían inclinarse ante los japoneses como tributo al emperador japonés, pero su entusiasmo hizo que Lieke olvidara momentáneamente hacerlo. Alfredo la estaba esperando en la pequeña choza de bambú y estaba encantado con el tazón de arroz y azúcar. Cuando lo vio se lo metió todo en su boquita, como un glotón, y se olvidó de masticar bien.

 

El arroz se le atascó en la garganta y dejó de respirar. Lieke gritó pidiendo ayuda, pero en el campo siempre había gritos, por lo que nadie levantaba la vista de otra persona más que gritaba pidiendo ayuda. Sacudió a Alfredo y tiró del chico, pero con su poco conocimiento de qué hacer en tal situación no pudo ayudarlo. Vio al niño ahogarse con la comida con el plato de arroz a su lado. No había nadie cerca para ayudarlo. El plato de arroz quedó intacto, incluso a su hermana Erna, que tenía tanta hambre, no se le permitió comer el plato de arroz, porque Lieke era firme: el plato de arroz era para Alfredo aunque ya él no estaba para comerlo. Fue y siguió siendo su alimento. Había pasado apenas un mes desde que enterró a su marido Johan.

Wilhelm Johan Jozef Hoemakers (apodado Willy) nació en Semarang en 1907 y creció allí. Él y el hermano de Lieke, Eddy, estaban en el mismo salón de clases en la escuela primaria.

 

Willy estaba asignado a la prisión “Djoernatan” en Semarang, el campo de concentración para hombres en Java. Él residía en el cuartel, el cual compartía con muchos otros hombres. Demasiados hombres estaban encerrados en un espacio pequeño.

 

Antes de la guerra, Willy tenía su propio negocio de bicicletas tipo carrito (becaks) las cuales alquilaba o vendía. Había sido una gran empresa que llegó a emplear hasta a 45 personas. Sin embargo, la guerra puso fin a esa buena vida. De muy joven tuvo problemas con la vista y en consecuencia no pudo terminar la Escuela Técnica.

 

Fue reclutado y sirvió a su patria hasta 1940, pero quedó levemente paralizado debido al beriberi, una enfermedad tropical que se presenta principalmente en Asia debido a la falta de vitamina B1. Por eso fue internado en el campo Djoernatan.

 

Lentamente pero de manera inexorable se fue debilitando a raíz de la escasez de alimentos, las palizas de los japoneses y otras duras condiciones. Sin embargo, sobrevivió, e incluso en el cuartel se mantuvo optimista sobre el futuro.

 

De vez en cuando tocaba un viejo piano que se encontraba en algún rincón del campo de concentración. Era un misterio cómo ese piano terminó allí, pero para él siempre fue un punto brillante en su oscura existencia en el campo. Era un piano con teclas anticuadas de marfil. Algunas teclas faltaban o estaban rotas, pero no le importaba: él saltaba esas teclas mientras tocaba. Durante un tiempo tocó el piano con una sola mano, ya que la otra estaba lesionada. Le sorprendió saber que todavía recordaba claramente muchas canciones. Si podía recordar la melodía, la iba sacando mientras la otra mano sanaba. Tocaba canciones espirituales, las cuales aprendió durante sus encuentros con el Ejército de Salvación, y también por medio del misionero Bilderdijk.

Antes de la época de la guerra había traducido muchas canciones al malayo para esa organización. También utilizaba algunas canciones clásicas que había aprendido en el pasado. Todos eran fragmentos de las obras, que intentaba recordar y tocar acompañado de su propio tarareo. En conclusión, los fragmentos se transformaban en piezas musicales reconocibles pero incompletas. Tocar el desvencijado piano en el campo de internamiento lo mantuvo activo, literal y figurativamente. En parte, gracias a tocar el piano, su visión del futuro se volvió más optimista y forjó un plan para escapar del campo.

 

El campo de concentración estaba bien cercado por medio de postes entrelazados con alambre. Los cables a menudo estaban electrificados. Cada vez que se escuchaba la estridente sirena, era una señal de que otro prisionero había intentado escapar pero había perdido la vida a causa de la corriente eléctrica que pasaba a través de los cables. Para Willy esto no era una opción, ya que caminaba cojeando y no era lo suficientemente ágil para arrastrarse entre los alambres y echar a correr. Tenía que intentar otra manera, así que se propuso un plan. Cuando el portón de entrada estuviera abierto y el guardia japonés no mirara, aprovecharía la oportunidad para huir. Por un buen tiempo observó la rutina diaria de abrir la puerta, los momentos y el lapso en el que la puerta estuviera abierta. Se dio cuenta de que el portón se abría a las siete de la mañana, al mediodía y a las seis de la tarde, cuando todos debían volver a estar dentro del cerco. Tras pensarlo, decidió que a las seis de la tarde era su mejor opción para escapar, porque ya estaba anocheciendo y podría escabullirse más fácilmente.

 

Durante dos semanas observó cómo transcurría el horario de apertura de puertas y qué ocurría durante esa rutina. A las siete de la mañana, la puerta se abría completamente y muchas veces entraba un camión, lo mismo que al mediodía. A veces el camión transportaba mercancía o personas a bordo. Entonces la puerta se abría por completo y el guardia japonés se paraba a un lado dejando pasar el camión; siempre había un solo japonés parado en la puerta observando todo. Por la tarde, a las seis en punto, a menudo dejaban entrar un camión, con o sin personas, pero más a menudo llegaban nuevos prisioneros a pie a esa hora. Willy optó por escapar a las seis de la tarde, cuando la gente entró por la puerta, ya que estaría abierta un poco más. Esperaría esa única ventana durante el día en la que transitaba mucha gente para poder escapar más fácilmente.

El día en cuestión, Willy escapó del campo de concentración, los japoneses (por aquella época llamados Jap) lo notaron y reconocieron su cojera. En lo que a ellos concernía, era un hombre débil que tocaba muy bien el piano. Sí, lo único que extrañarían sería la música en ese campamento olvidado por Dios. El japonés se rió y probablemente se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que este hombre débil yaciera muerto en algún lugar, devorado por las bestias o los pájaros. El japonés se creyó muy inteligente, porque veía esto como la mejor solución: ya no tenían que enterrar a este hombre en algún lugar en una fosa fuera del campo. Willy corrió lo más rápido que pudo, estaba debilitado y no podía correr bien con sus piernas enfermas, pero se alegró de que afuera estuviera oscureciendo para no volverse demasiado visible en el escape. Conocía bien los alrededores y en poco tiempo logró alejarse del campamento por medio de una de las carreteras principales que conducían a la ciudad. Se acurrucó contra un árbol para dormir, dio gracias a Dios y se quedó dormido con una sonrisa en el rostro.

 

Tras la guerra tuvo lugar en Indonesia un choque turbulento entre todo lo holandés (léase Indias Orientales Holandesas) e Indonesia. El país quería independizarse de los Países Bajos. Cualquiera que fuera ligeramente blanco o tuviera sangre holandesa ya no era bienvenido en su país de nacimiento. Muchos holandeses e indoeuropeos permanecieron en los campos porque era demasiado peligroso salir. Poco a poco empezó el proceso de repatriación para enviar a todas esas personas a Europa o a los Países Bajos de forma segura.

 

Fue en esa época que Lieke y Willy se acercaron. Willy la vio un día e inmediatamente se enamoró de su hermosa apariencia; no era evidente que ella ya había dado a luz a tres hijos. Lieke se encontraba entonces muy conmocionada porque le dijeron que enviarían a Jan y Erna a un orfanato. Le dijeron que como mujer soltera joven no podía cuidar de ellos y que los niños serían arrancados de su hogar.

 

En aquella época, una mujer soltera no podía criar sola a sus hijos.

Erna era, debido a su cabello rubio, una niña hermosa y atractiva, que había sido raptada por los indonesios previamente. Teniendo esto en cuenta, había razones claras para llevar a los niños a hogares de acogida. Le quitarían a sus seres más queridos. ¿Qué podía hacer? Willy inmediatamente se volvió un admirador de esta mujer, así como Lieke quedó impresionada por él, un hombre que estaba lleno de vida a pesar de sus problemas de movilidad, oído y vista. Era atractivo, serio y optimista a pesar de sus carencias. En ese momento, su actitud le dio valor y supo de inmediato que compartiría el resto de su vida con él. Su salvador le prometió que cuidaría de ella y de sus hijos. Sin embargo, el nombramiento oficial de Willy Hoemakers como tutor legal de Jan y Erna no se hizo oficial hasta el 2 de diciembre de 1959 a través del juez cantonal de Enschede.

 

Lieke y Willy se casaron el 22 de agosto de 1946, con ella sosteniendo su ramo de novia frente a la creciente barriga donde Rob se formaba. El pequeño Rob nació el 8 de diciembre de 1946.

 

La era de la posguerra en las Indias fue tornándose cada vez más cruda y, bajo presión de la Organización de las Naciones Unidas, las Indias Orientales Holandesas fueron declaradas independientes. La República de Indonesia era un hecho. La situación de los indoeuropeos empeoraba y ya no se sentían como en casa. Muchos de ellos zarparon en barcos hacia los Países Bajos y luego migraban de nuevo hacia Estados Unidos o Canadá. La familia Hoemakers era ahora una familia de seis. Aukie nació a través de fórceps en 1954, lo cual dañó su pequeño cerebro. La lesión no se haría evidente sino hasta mucho más tarde. Mientras tanto, la familia se había mudado a una amplia casa blanca en el número cinco de la calle Lampersari. La casa tenía dos baños, cada miembro de la familia ahora tenía su propio dormitorio y Erna incluso dispuso de un zoológico pequeño en el gran jardín que rodeaba la casa, donde había un cerdo, patos, una tortuga y un mono. Este último fue llevado de nuevo a un verdadero zoológico después de sólo dos días, porque mordió a Erna luego de que esta, por error, Erna le quitara la cáscara de plátano porque pensó que no le gustaba.

Para los indoeuropeos la vida era cada vez más difícil porque tenían sangre mestiza. Unos años más tarde, en 1957, la República de Indonesia declaró que los holandeses e indoeuropeos mestizos eran un peligro para la república. Willy Hoemakers entendió que, para salvar a su familia, debía hacer algo. Así fue que solicitó al Alto Comisionado la repatriación de los suyos a los Países Bajos.

 

Después de que el Alto Comisionado otorgó el permiso, Willy se registró en el barco que partió desde la ciudad de Surabaya. Viajaría con su madre Wilhelmina (J.A. Hoemakers-Hommerson), Lieke, Jan, Erna, Rob y el pequeño Aukie, mientras que Tjang se quedaría en Indonesia. El viaje se pagó con las ganancias de la venta de los becaks de Willy.

 

No está claro si pagó solamente una parte del viaje con esto, ya que también había contraído una deuda personal de 3.000 rupias.

 

A muchos indoeuropeos les resultó difícil establecerse en los Países Bajos, porque a principios de la década de 1950 el gobierno holandés promovió la emigración a raíz del estancamiento de la economía. A menudo se rechazaban las solicitudes de pagar un billete de barco por adelantado; un viaje en cuarta clase costaba entonces unos 100 florines. Los pagos anticipados o préstamos debían cancelarse en su totalidad. Nunca ha quedado claro por qué Tjang se quedó en Indonesia, ¿no había suficiente espacio en el barco en ese momento? ¿Había un número limitado de personas que podía llevar consigo? La madre de Willy pudo viajar, lo cual ya era una persona adicional.


Aún así, no se sabe si Tjang, de existir la posibilidad, hubiese hecho el viaje a los Países Bajos, ya que en ese momento se había establecido junto a un compañero sentimental indonesio, lo cual hacía que su situación de vida fuera incluso mejor que la de la familia Hoemakers. Su situación en Indonesia no era aterradora por eso. Eddy, el hermano de Lieke, no se unió a los Hoemakers y se quedó en Indonesia, donde la situación luego se volvió cada vez más adversa.

En aquellos días nadie sabía cuándo alguien estaba a punto de emigrar.

 

Erna: "La hostilidad de la población iba en aumento, las condiciones de vida empeoraban cada vez más, por lo que mi padre pensó que era mejor irse. Ninguno de mis amigos sabía que me iba; la gente no hablaba de ese tipo de cosas. Así que no había nadie para despedir a mi madre en el tren que los llevaría de Semarang a Surabaya, el comienzo de la larga travesía hacia Holanda. Sólo Goan, su amiga china, sabía que ella se iría. Tomó un retrato fotográfico de ella y se la regaló a su amiga íntima. Nunca volverían a verse.”

 

En Semarang los niños, junto a Willy y Lieke, se despidieron tranquilamente de Tjang. Una vez más, Lieke fue separada de Tjang, pero esta vez sería para siempre. Nunca más olería el aroma de Tjang ni las fragancias de su jardín especial, nunca más prepararía comida a su lado, ni probarían el bumbus de la otra o sabría si Tjang revelaría más secretos de cocina. Lieke ahora tendría que hacer todo por sí misma en un país que la esperaba a ella y a su familia pero que no era su patria. Tjang nunca volvería a burlarse si Lieke lloraba cada vez que cortaba las cebollas en juliana. Ambos corazones se volvieron a desgarrar al despedirse, esto fue definitivo y en ese momento ambas mujeres murieron un poco. Su crudo lema 'Guarda tus lágrimas para más tarde' no se cumplió de momento. Ella no guardaría sus lágrimas esta vez, ¿cuándo sería más tarde? El tiempo no perdonó a Lieke. Años más tarde, usaba este dicho de cuando en vez si sus hijos se caían y lloraban o cuando estaban tristes. En aquellos momentos estas palabras resultaban incomprensibles para sus hijos, pero Lieke estaba endurecida por la vida, no conocía más nada y crió a sus hijos para que fueran fuertes a toda costa.

 

El barco de pasajeros Groote Beer era originalmente una nave de transporte militar, luego adquirido por el Estado holandés y renombrado. El casco fue reforzado y el barco era capaz de transportar a unas 1.600 personas. A diferencia de otros barcos, todos los camarotes recibían ventilación y calefacción. El Estado compró el barco en 1947, lo rebautizó como Groote Beer y se lo cedió a la empresa NASM (Holland-America Line) en Rotterdam para que sirviera como transporte a las Indias Orientales Holandesas y más tarde a Nueva Guinea. Le agregaron una cubierta adicional, el puente se colocó encima de esta plataforma y se ajustó hacia delante. El barco ofrecía alojamiento cómodo para 831 pasajeros. En la parte trasera del barco se agregaron una cubierta deportiva y una terraza para asolearse, y con estas refacciones se convirtió en un verdadero barco de emigrantes. El Groote Beer realizó en total unos 25 viajes de repatriación.

Esta travesía a bordo del Groote Beer llevaba a bordo 660 personas, en su mayoría familias con niños, un amasijo de personas que sufrían frecuentes mareos. Junto a los demás pasajeros, la familia Hoemakers partió de Surabaya el 8 de diciembre de 1955 llena de grandes expectativas. Con el calor tropical todavía en sus cuerpos, los recibió uno de los inviernos más fríos del siglo XX en los Países Bajos.

 

Los hijos de Lieke y Willy se divirtieron, se portaron bien e incluso el pequeño Aukie se comportaba. La travesía transcurrió sin mayores novedades y las típicas galletas María holandesas se servían a menudo con café por la mañana y/o el té por la tarde. Sin embargo, todos pasaron momentos difíciles y sufrían por el mareo. La madre de Willy lo pasó tan mal que llegó a pedir que la tiraran por la borda, porque no le gustaba para nada navegar. Curiosamente, Willy era el único que no se mareaba, se sentaba o caminaba solo durante horas por la cubierta. ¿Sería porque estaba parcialmente paralizado que consiguió tener unas piernas firmes en los viajes marítimos? Lieke sentía una terrible nostalgia por las Indias Orientales, pero sobre todo echaba de menos a su madre. Siguió pensando en ese momento con tristeza y en su mente se despidió de Tjang una y otra vez. La palabra “desolación” también fue una de las que usó, y cuando la pronunciaba los niños sabían que estaba muy triste. Fue terrible para ella, sobre todo porque la madre de Willy se unió a ellos en el cruce hacia los Países Bajos y su propia madre, Tjang, no.

 

El 2 de enero de 1956 atracaron en el puerto de Rotterdam. En ese entonces, una doble frialdad había penetrado el corazón de los holandeses: la dureza del invierno de 1956 y la amargura creada por la ocupación alemana. Holanda estaba enfocada en la reconstrucción y los holandeses no estaban exactamente dispuestos a recibir a los Indos de la lejana Indonesia. Tras su llegada, los Hoemakers fueron llevados a Holten, donde les alojaron en una casa de huéspedes ubicada en el número 26 de la calle Holterberg. En el diario local Holtens Nieuwsblad del 21 de enero de 1956 sólo fueron registrados como ciudadanos recién llegados la madre de Willy, Willy y su familia, sin mencionar más detalles. Pero eran siete en total: la madre de Willy, Willy, Lieke, Jan, Erna, Rob y Aukie.

Asombrados por la nieve, que nunca antes habían visto, y lánguidos por el frío, vivieron el mes más gélido del siglo XX, en febrero de 1956. Al no estar acostumbrados a ver los árboles de color gris en invierno, pensaron que era raro que no hayan sido talados, ya que parecían estar muertos.

 

Al poco tiempo, fueron alojados en la pensión Hansa de Enschede, un pueblo de producción textil al este del país.

 

Poco después, les asignaron una casa adosada en el número 13 de la calle Taurus.

 

El número 13 es visto como un número de mala suerte por muchos y, en ocasiones, también lo fue para la familia Hoemakers. Era una casa adosada de tamaño promedio, con cuatro dormitorios pequeños, uno de los cuales era un poco más grande. El niño más pequeño, Aukie, dormía con sus padres en un dormitorio. Jan y Rob tenían cada uno su propio dormitorio. Erna dormía con su abuela en otra habitación. La casa estaba completamente dotada con muebles y todas los aditamentos que se necesitaban en esa época. Naturalmente, el préstamo que les había concedido el Estado de los Países Bajos debía ser reembolsado íntegramente. Al menos tenían una casa, lo cual, por supuesto, era muy agradable, pero les llevaría algún tiempo antes de acostumbrarse a este pequeño país y llamarlo hogar.

 

Willy empezó a buscar trabajo y al principio consiguió trabajo en Beltman, una firma arquitectónica en Enschede, donde empezó a trabajar como asistente administrativo.

 

Debido a sus múltiples discapacidades, sólo pudo sostener este empleo hasta 1960 (lo que, sin embargo, le valió una pequeña pensión en 1972). Willy escribió varias solicitudes a la Organización General de Accidentes de Guerra (A.O.R.), Ministerios de Asuntos Exteriores y de Asuntos Sociales, pero no fue sino hasta 1972 que Willy y su familia tuvieron más capacidad financiera.

 

No está claro cuándo se le otorgó una subvención por medio de la Fundación Pelita. Esta fundación estaba dedicada a las personas de las antiguas Indias Orientales Holandesas que emigraron a los Países Bajos luego del final de la Segunda Guerra Mundial, el Bersiap o la independencia de Indonesia. En total eran unas 312.000 personas afectadas

Lieke se encargaba de las tareas del hogar, algo que no se le daba bien, porque en las Indias Orientales estaban acostumbrados a tener una babu en casa que se ocupaba de todo. Sin embargo, trató de hacer las tareas del hogar como debería hacerlo una buena ama de casa. Lo más importante era el cuidado de los niños y el cuidado personal; ¡Era una excelente cocinera! Durante esa primera etapa en Holanda, fue muy difícil para ella acostumbrarse a su nueva situación; extrañando a su madre, los olores de las Indias, los períodos de tristeza y nostalgia. Fue durante este tiempo de depresión personal que quedó embarazada de Judy, quien nació en octubre de 1956. Judy fue una niña un poco problemática y Lieke tendría una debilidad por Judy el resto de su vida.

 

La familia debió establecerse en medio de este barrio de clase obrera, donde vivían principalmente familias de la ciudad de Drenthe quienes se habían trasladado a Enschede en busca de trabajo en la industria textil. No tenían mucho dinero para gastar, pero Lieke era un ama de casa ahorrativa que necesitaba pocos recursos. Por iniciativa propia puso en alquiler una de las habitaciones de la casa. El señor De Vries, oriundo de la ciudad de Drenthe, tenía su propia habitación en la pequeña casa de los Hoemakers. Era un verdadero caballero holandés, así que Lieke preparaba dos comidas diferentes: patatas, verduras y carne; y la comida tradicional indonesia, que sabía hacer muy bien. De esta manera podría obtener un buen ingreso extra. Además, su cocina no sólo era conocida en la casa de los Hoemakers. Pronto otros Indos y vecinos se unían a ella y no importaba a qué hora alguien llegara a la casa de los Hoemakers siempre había comida. Lieke fraternizaba con los vecinos indios y holandeses con su hospitalidad.

 

Muchos años después, también empezó a cocinar porciones extra para otras familias indoeuropeas, para madres que estaban ausentes o no podían cocinar. La comida se ponía en un rantang y se entregaba con un paño de cocina limpio o llevada a domicilio por alguno de los niños. No fue una empresa muy rentable, pero le permitía recibir algo de dinero extra. En su cultura nativa, es costumbre que los invitados que traigan su propio rantang se lleven las sobras a casa luego de una comida abundante y lujosa. Para poder transportarlos correctamente y conservar los sabores, los platos se mantienen lo más separados posible entre sí y se colocan en recipientes separados

Gracias a su conocimiento sobre hierbas y especias, enseñado por Tjang, Lieke siempre podía analizar cuáles hierbas y especias se utilizaban en la comida. Cuando en rara ocasión pedían comida para llevar de algún restaurante chino, ella la copiaba, por muy ambiciosa que fuera, y la reproducía exactamente de la misma manera al día siguiente. No quería que su comida fuera inferior a la comida china (¡su madre, Tjang, era china!).

 

Sabía que tenía que ser frugal, pero nunca escatimaba en comida. No había mucho de sobra, pero Willy y Lieke podían llegar a fin de mes y la casa de los Hoemakers estaba siempre abierta. Era un hogar amoroso para todos y siempre había suficiente comida. Cualquier persona podía visitar en cualquier momento, a veces sobrepasando la capacidad del recinto. En ese caso la gente comía de pie o en la cocina. A menudo las personas probaban un primer plato en la cocina, para luego comer de nuevo en la sala de estar. A esto se le llamaba, divertidamente, degustación previa.

 

Nos reíamos de todo, de los indios locos, de los vecinos locos y makan makan (comer), lo cual era tan importante. Estaba la tía Wies, una dulce mujer quien también era prima de Lieke y había estado en el campo japonés junto a ella. La tía Wies había pasado por mucho. Tenía un hijo y una hija y, al igual que Lieke, quedó viuda muy joven. Su hijo Henne, un exitoso estudiante de economía, a menudo visitaba la calle Taurus y era amigo de Erna y Rob. También a menudo llegaba para comer algo o jugar ajedrez con Willy. Su hermana Moureen tuvo una relación breve con Jan, el hijo mayor de Lieke. En ese momento Moureen estaba estudiando para ser secretaria y Lieke le informó que ella también era diestra con la taquigrafía. Todos los presentes quedaron asombrados al ver cómo Lieke le mostraba a Moureen ciertos caracteres taquigráficos. Más adelante, cuando Anne practicaba taquigrafía por la noche, le pidió a Lieke que hiciera un poco de taquigrafía y se sorprendió de que Lieke aún recordara muchos signos de memoria.

 

Lamentablemente, la tía Wies permaneció viuda el resto de su vida y nunca pudo encontrar un marido adecuado. Estaba enamorada de uno de sus vecinos, quien lamentablemente murió antes que su esposa. La tía Wies era una mujer muy especial que siempre se preocupaba por el bienestar de Lieke y era muy divertida. Cuando las mujeres se sentaban juntas, se convertían en las típicas tías Indo que contaban historias cómicas sobre el tempoe doeloe. Tenían sus propios proverbios holandeses a los cuales le daban un toque indio.

"No importa lo rápido que viaje la mentira, la verdad siempre está en la esquina" o "Quién ríe último, queda OMPONG (o desdentado). Willy se sentaba en un rincón de la habitación, leyendo estoicamente o estudiando seriamente y luego se reían tan duro que, en la esquina al final de la calle (la familia Hoemakers vivía en medio de la calle) se podía oír que la tía Wies y su hermana Reen estaban visitando a Lieke. La tía Wies y Reen siempre llevaban vestidos muy coloridos y fumaban cigarrillos con filtro mentolados, con el blanco de los filtros siempre moteado por el lápiz labial rojo de sus labios, que frecuentemente se retocaban a lo largo de la visita. Lieke se sentaba y participaba de vez en cuando, aunque en realidad no fumaba. Sin embargo, ella era capaz de enrollar un cigarrillo, ¿dónde aprendió eso? Además de estos detalles, se podía percibir que ambas damas habían estado presentes porque algunas notas del perfume Flor de Blossom o un olor a Avon llenaban la salita de estar de los Hoemakers. Los perfumes se compraban a menudo en fiestas caseras, un fenómeno común en esa época. Todas las amas de casa se sentaban en una habitación, un enorme gallinero, garantizando un éxito en ventas para la anfitriona.

 

También estaba la suegra de Reen, una persona muy inusual. Se hacía llamar Oetje Noor, pero ese debía ser un apodo. Era menuda y caminaba con un bastón meneándose de izquierda a derecha para avanzar y siempre iba vestida de negro. Su falda era ancha y llegaba hasta los tobillos, lo cual la hacía parecer aún más pequeña. Debajo usaba una especie de zapato de apoyo que se veía elevado y era muy apropiado, ya que ella era miembro de una congregación que iba de puerta en puerta vendiendo su fe. Podía colocar este zapato de apoyo entre la abertura de las puertas, de modo que no sintiera nada cuando la gente quisiera cerrarle la puerta en la cara. Siempre llevaba un gorro negro sobre el pelo y era muy religiosa y supersticiosa. La rodeaba un halo de misterio, ya que creía que los fantasmas la visitaban. A Willy nunca le gustaba cuando Oetje Noor visitaba a Lieke, ya que ella siempre hablaba de su fe y/o de sus fantasmas. A los niños les parecía una pequeña bruja, pero no era malvada.

Por otro lado, su hermana Milly era una mujer sociable, también típica, pero distinta a su manera. Podía sentarse en casa de los Hoemakers y charlar sobre cualquier cosa, con tabaco de mascar en el fondo de la boca. A cada tanto, se quitaba la sustancia masticable de sus dientes ennegrecidos y se la comía, y cuando terminaba de masticarla tenía una bonita lata para deshacerse de ella, que estaba junto a su silla. Una vez, Anne tumbó esta lata, para disgusto de Lieke, porque, por supuesto, estaba terriblemente sucia y Lieke tuvo que limpiarla.

 

Luego estaba la señora Dorleben, pequeña de estatura y muy delgada. Tenía algún problema con sus cuerdas vocales porque tenía una voz muy leve y ronca, apenas audible. Ella siempre visitaba a la hora de cenar y luego cogía la guía de televisión (que normalmente era la gruesa Televizier) y marcaba lo que quería ver en la televisión esa noche en casa de los Hoemakers, de modo que temporalmente acaparaba el televisor. Más adelante, cuando pudo comprarse su propio televisor, llegaba a cenar, pero luego se iba a casa.

 

Había otras seis familias indoeuropeas que vivían en la misma calle y se visitaban de vez en cuando; una especie de camarilla de Indos en el vecindario. Lieke disfrutaba mucho esto, y aunque a veces también los visitaba en sus casa, los demás preferían venir a casa de Lieke, ya que ella era la personificación de la calidez y la buena comida. Lieke y Willy se llevaban bien con sus vecinos más cercanos, una familia holandesa oriunda de Drenthe de apellido Heres. Esta cercanía hizo que los nietos de ambas familias, Arnoud Hoemakers y Jennifer Heinhuis, más adelante cuidaran de los bisnietos, Maelynn y Amy.

 

Todas las puertas de entrada de las casas estaban divididas a la mitad, de modo que se podía abrir solo la parte superior cuando había alguien en la puerta o cuando se entregaba un paquete. Un hilo recorría los buzones y, cuando se tiraba de esta cuerda familiar, se podía entrar sin tocar el timbre ni llamar. El tocino holandés frito se intercambiaba por galletas de gambas Indo a través del buzón. Los niños también gritaban a través del buzón si sus amigos querían salir a jugar.

 

Lieke y Willy se llevaban bien con todos los vecinos holandeses. Por ejemplo, la señora Anderson venía a menudo a comer a casa de Lieke, pero también le daba a Lieke algo a cambio, sea dinero, entradas para un evento o cualquier otra cosa. Se podía percibir su aroma cuando ella estaba allí, pero era un aroma diferente al perfume barato de tía Wies y tía Reen, este último era mejor en este caso. A la señora Anderson le encantó la invasión Indo de gente que llegó a Holanda en los años cincuenta. Muchos años después terminó viviendo en una residencia de ancianos junto a muchos Indos.

Las primeras toko’s (tiendas de comida indonesia) comenzaron a aparecer en los Países Bajos y estaban dirigidas por hombres hábiles, a menudo indoeuropeos, que conducían una furgoneta Volkswagen llena de delicias, especias o productos preparados alrededor de los distritos donde vivían muchos Indos. Realizaban entregas a domicilio o se encargaron para la semana entrante. A veces la gente compraba a crédito, una práctica muy normal en aquella época, incluso para los holandeses. Lieke también compraba cosas en la warung keliling (tienda itinerante) y siempre había un grato ambiente cuando ésta llegaba al barrio. En este barrio (Twekkelerveld) en Enschede vivían muchos Indos que esperaban la llegada de la tienda itinerante en casa de los Hoemakers o con otra familia indoeuropea. Siempre era una reunión agradable de señoras parlanchinas con un ligero acento indonesio. Sus frases cortas con palabras en malayo intercaladas, las cuales parecían ser más estridentes cuando estaban juntas, formaban una enorme cacofonía. Las historias sobre las bellas Indias Orientales eran el hilo conductor y un requisito de estas reuniones. Las damas se sorprendieron una y otra vez por la cantidad de cosas que este warung keliling tenía para ofrecer. Hubo ocasiones bastante frecuentes en las que todo el contenido de la camioneta se agotaba, por lo que ya no era necesario conducir a otro vecindario Indo.

 

Ya que Lieke no tenía cochecito para los niños pequeños, incluso el médico de cabecera visitaba a Lieke en su casa. Antes de examinar a los niños, siempre miraba lo que se estaba cocinando en la cocina para ver si eso también ameritaba una consulta... nunca estaba se iba decepcionado y siempre recompensado con comida.

 

Lieke tenía que llamarle la atención de vez en cuando sobre el hecho de que le esperaban pacientes, por lo que (como corresponde a un buen médico general) pensó que debía comer tranquilamente, de lo contrario no les serviría como médico. Mientras tanto, en 1958 nació la hija menor, Anne. Lieke estaba muy ocupada con los tres pequeños, por lo que Jan, Erna y Rob no recibieron la atención necesaria. Además, Judy necesitaba atención y tiempo extra, así como Aukie, dado a luz con fórceps hace tantos años, De estos dos hijos, Lieke solía decir que serían los clavos en su ataúd. Y aunque eran niños problemáticos, también traían mucha alegría a la casa de los Hoemakers. Cuando Judy y Anne nacieron unos años antes, las tres dormían en una cama doble. La base de los resortes de la cama se había estirado con el paso de los años de tal manera que los ocupantes terminaban rodando hacia la mitad de la cama.

Mientras tanto, la casa de los Hoemakers se había convertido en toda una guardería, porque la madre de Willy también empezó a tener rasgos infantiles. Supuestamente ayudaba a Lieke a lavar los pañales de los más pequeños, pero en lugar de lavarlos, los secó en la estufa barrigona que había en medio de la sala de estar. El olor a orina dejaba sin aliento a cualquiera que entrara.

 

Erna se había vuelto una mujer hermosa, al igual que Lieke. La gente venía de todas partes para ver a esta deslumbrante muchacha. La propia Erna se volvió rebelde por culpa de los pequeños y de la abuela. En resumen, no era un ambiente adecuado para una jovencita. Así que Erna se preparó para escapar de la casa y se refugió en casa de una de las tías de su prometido, Hans, quien luego sería su marido. Mientras vivían en la casa de la tía de Hans, la pareja contrajo nupcias. Lieke lamentó mucho esta situación, pero no pudo hacer más que dejar que sucediera, porque estaba demasiado ocupada con los tres pequeños. Willy miró la puerta de la iglesia desde una calle lateral. Cuando se abrió la puerta y salió la flamante pareja, vio lo felices que estaban Erna y Hans. Erna estaba radiante y Willy estaba feliz, la amaba como a su propia hija y eso nunca cambiaría. Para Willy eran una sola familia y eso es lo que siempre decía. Erna y Hans compraron una casa a pocas calles de la familia y visitaban la casa de los Hoemakers con regularidad. En 1966 nació la primera nieta, Maureen.

 

Así como Lieke tenía un apodo para cada uno de sus hijos, también tenía uno para Maureen: Noet.

 

Tan pronto como Erna y Maureen visitaban la casa, Lieke cantaba: "Noet, noet es una bangladoet". así de feliz estaba al ver a la pequeña. Después de su primogénita, Erna y Hans tuvieron un hijo llamado Donald, los dos consentidos por Willy y Lieke. De vez en cuando, Erna y Hans se quedaban unos días en casa de los Hoemakers después de las vacaciones de verano o en Navidad. Como en los viejos tiempos, todo era un desastre, pero uno muy especial. La calidez de la casa de Hoemakers se extendió a todos los niños y ese fue el trabajo de toda la vida de Lieke y Willy. Esta calidez siempre estuvo allí también para Judy y Aukie, de quien los hermanos y sus esposas cuidarían tras la muerte de Willy y Lieke. Willy y Lieke formaron junto con los niños una familia armoniosa y los niños nunca experimentaron disputas matrimoniales, si es que las hubo.

 

La familia recibía regularmente correo vía aérea de Eddy, el hermano de Lieke, quien los mantenía informados sobre la situación en Indonesia. No tenía mucho dinero y por eso Willy y Lieke le enviaban 100 florines cada dos meses, lo que era mucho dinero en aquella época. Un grupo de siete personas – Erna, Rob, Aukie, Hans, Jolanda (esposa de Rob), Maureen y Annemei (nieta de Erna) – visitaron a la familia indonesia de Eddy en Kates (Blitar) en 2019. En una de las casas hay un collage de la familia holandesa colgado en la pared.

Era la primera vez que Erna regresaba a Indonesia, su tierra natal, la cual abandonó cuando tenía 16 años. Sólo entonces descubren que Eddy utilizó el dinero enviado por Willy y Lieke para comprar terrenos y construir casas y, por tanto, era considerado el alcalde del pueblo. Erna tiene sentimientos encontrados al respecto, sobre todo porque Willy y Lieke luchaban para poder llegar a fin de mes. Para Eddy, Lieke y Willy eran ricos porque, al fin y al cabo, vivían en los Países Bajos. Lo extraño es que Eddy nunca tuvo planes de venir a Holanda. Trabajó para el gobierno de Indonesia, el cual tenía una asociación con una fábrica indoholandesa de azúcar. Para él la vida era más fácil que para Lieke. En ningún momento les indicó a Lieke y Willy que sus donaciones monetarias mensuales eran más que suficientes y superfluas, razón por la cual Willy y Lieke siguieron enviando dinero todos esos años. Como Eddy y Lieke o Willy nunca tuvieron contacto telefónico, ninguno de ellos conocía la situación financiera del otro.

 

Durante su visita en 2019 a Indonesia, los nietos de Eddy le ofrecieron a la familia que si uno de los hijos o nietos de Lieke quisiera construir una casa en Kate (Blitar), tenían las puertas abiertas.

 

El único contacto telefónico que tuvo lugar fue entre Jan, el hijo mayor, y Evi (nieta de Eddy) a raíz de una carta de Willy a Eddy invitando a Evi a Holanda, ya que allí tendría más posibilidades. Sin embargo, Eddy no dejó ir a Evi porque ella era su favorita.

 

Erna y Hans también enviaban dinero con regularidad. En una de sus cartas, enviada el 3 de abril de 1971, Eddy le informa a la familia que Tjang estaba viviendo sus últimos días. Estaba enferma y, cuando deliraba, gritaba los nombres de sus nietos: Jan, Erna y Rob. Sufría problemas estomacales a raíz de una caída en su casa en Semarang y ya no vivía con su pareja, el hombre indonesio. Eddy llevó a su madre a su casa en Kate (Blitar), donde murió en los brazos de la esposa de Eddy, Nimah, en 1959.

Muchos años después, a través de las redes sociales, los nietos de Eddy se pusieron en contacto con Lieke acerca del apellido Hoemakers y publicaron una foto de la familia Hoemakers en los años cincuenta titulada "nuestra familia en Holanda". Era una fotografía de toda la familia Hoemakers tomada a finales de los años cincuenta. Incluso Hans, entonces prometido de Erna, está presente en la foto.

 

El hijo mayor de Lieke, Jan, estaba un poco hastiado de la situación familiar. Se ofreció como voluntario para navegar por el océano y permaneció fuera de casa durante bastante tiempo, pero regularmente escribía una postal para informar a los de casa dónde se encontraba. Estaba muy agradecido con Willy y lo aceptó como su padre, especialmente porque Willy lo había protegido cuando el pequeño Jan sufrió de gangrena en las Indias y el médico aconsejó amputarle la pierna. Willy se enfureció con este consejo en ese momento y decidió cuidar de su hijo él mismo. Con ayuda de su conocimiento, Willy vendó a Jan a diario con paños limpios y hierbas, incluida la cúrcuma, y poco a poco el pequeño Jan se recuperó.

 

Después de sus viajes, Jan se fue a vivir con una familia indoeuropea en Amsterdam y trabajó como mecánico en la empresa Fokker, en Amsterdam. Con mucho esfuerzo consiguió hacer llegar un viejo piano negro alemán al número 13 de la calle Taurus. Este piano traería mucha alegría a la casa de los Hoemakers y Willy estaba eufórico. Con el paso de los años Jan, tras casarse con Frieda, se trasladó del oeste al este, para finalmente vivir cerca de la familia en Enschede. Jan y Frieda no tuvieron hijos, pero fueron un ancla para toda la familia mientras Lieke y Willy estuvieron vivos, pero también cuando ya éstos no estaban. La familia visitaba regularmente a Jan y Frieda, siempre era una reunión acogedora y Jan, entrenado por Lieke, era muy buen cocinero. También heredó genes creativos de su padre Johan. Jan era un buen pintor, pero también se destacaba en la carpintería. Tenía una actitud paciente al hacer sus creaciones, aunque también era bastante temperamental. Sin embargo, desde los 36 años luchó contra diversas enfermedades pero, al igual que Willy, fue el eterno optimista, nunca se quejó de dolores, aunque los tenía de sobra. Incluso animaba a cualquier persona que se sintiera deprimida o mal, y era un buen oyente

A pesar de esto, a sus 67 años su cuerpo estaba cansado, aunque su mente aún estaba lejos de estar agotada. En su última semana de su vida se encargó de organizar su propio funeral y entierro, indicando qué música quería y cuáles serían las lecturas para el servicio en la iglesia. Rob y Anne debían encargarse del servicio religioso, pero al final Rob pudo hacerlo solo. Sabía qué texto quería Jan en su lápida, la cual era su propia creación e iba a ser un trabajo por encargo. La última semana de su vida se centró en comer, beber y socializar; todas las noches de esa semana un hermano, una hermana o cualquier familiar traía o preparaba algo delicioso. Todas las noches de esa semana, los hermanos y hermanas se quedaron con él hasta que se dormía, tomándolo de las manos y orando juntos antes de regresar a casa y al otro día pasar la noche nuevamente con él. A excepción de Judy y Aukie, todos los hermanos y familiares estuvieron presentes cuando Jan murió. Rob lavó el cuerpo de su hermano, y las hermanas y cuñada se ocuparon de arreglarlo maravillosamente para el ataúd. Una de sus peticiones fue que lo pusieran en el ataúd con una sonrisa. Sabía lo que quería en su lápida; la lápida era su propia creación y se haría por encargo. El texto era el siguiente:

 


 

Un malentendido

 

Estaba en la playa de Cadzand

 

y presencié un malentendido

 

cuando escuché a dos olas hablando.

 

Justo antes de romperse.

 

Una gritó: "Se acabó,

 

¡nos estrellaremos aquí!"

 

Y la otra contestó, con firmeza:

 

"No, porque no eres una ola, eres el mar"

(Heine Stufkens)

Rob era el hermano mayor para los más pequeños; Aukie, Judy y Anne. Siempre estaba ocupado haciendo felices a los menores y era como una figura paterna para ellos. En el barrio, los niños holandeses pronto notaron que Aukie y Judy no eran normales, por lo que asumieron que Anne, quien siempre los acompañaba, tampoco lo era. Los tres a menudo salían corriendo a verse con sus amigos o simplemente a jugar. A menudo se burlaban de ellos de manera malintencionada, pero su hermano mayor Rob siempre estaba ahí para ayudarlos.

 

Un evento en particular se convirtió en una pesadilla que Anne reviviría repetidamente durante las noches, y que sólo más tarde pudo comprender en su totalidad. Corría el verano y, junto con su hermana y su hermano, paseaba por el barrio siendo mofada por los niños holandeses. Ya estaban algo acostumbrados pero los tres eran fuertes. Siguieron caminando para jugar en el parque infantil, el cual tenía una pequeña zona boscosa en la parte de atrás donde se podía dar paseos. Los otros niños se burlaban constantemente de ellos así que decidieron salir a caminar por la arboleda, pero los senderos del bosque estaban cubiertos de ortigas. Los tres cayeron en una trampa y estaban parados frente a un gran seto de ortigas cuando un niño empujó a Aukie hacia ellas. Le dolía porque llevaba pantalones cortos y las ortigas hicieron estragos sobre sus piernas desnudas. Después de todo, era verano y Anne y Judy también llevaban las piernas descubiertas ya que usaban vestidos. Aukie salió rápidamente del seto, pero fue empujado de vuelta a las ortigas y luego los otros niños, unos cinco en total, también comenzaron a empujar a Anne y Judy hacia los setos. Cada vez que salían, los empujaban de nuevo hacia dentro y los demás niños se reían de los tres pequeños Hoemakers, que lloraban por el dolor, pero también por la vileza de esa actitud. Mientras lloraban, los empujaban una y otra vez contra las ortigas. Rob llegó de repente y pudo ahuyentar a los niños, llevándose a los tres pequeños de regreso a la casa de los Hoemakers con sus piernas cubiertas de ampollas.

 

Rob era un buen estudiante, pero después de tres años se cansó de la

Hogere Burgerschool y se fue a trabajar en la industria textil. Willy no pudo hacer nada más que, al igual que con Jan y Erna, dejar ir a Rob y permitirle seguir su propio camino. Rob trabajaba duro y a menudo proporcionaba, si era necesario, muebles nuevos o diversas refacciones a la casa de los Hoemakers. Durante el Sinterklaas, o la temporada de Navidad, la mayoría de los regalos los pagaba Rob. Esto lo hizo voluntariamente, ni Willy ni Lieke se lo pidieron nunca. Como podía permitirse ciertos gastos extra con su salario, nunca lo cuestionó.

Willy tocaba el piano habitualmente, pero sólo podía tocar de memoria. No siempre era preciso, pero en casa había música, que era lo más importante. En casa de los Hoemakers siempre se tocaba música clásica, porque Willy pensaba que esa era la música esencial de la cual se origina todo.

 

Willy quería transmitir su propia musicalidad a sus hijos y empezó a darle clases de piano a Rob, quien inicialmente tenía planes serios, pero era la época del rock & roll y el country. Los jóvenes indoeuropeos ya crecían en las Indias con este estilo de música, la cual se podía escuchar en los canales australianos y americanos durante años. En todos los hogares indios había una guitarra y, especialmente tras la llegada de los Beatles en los años sesenta, Rob escogió la guitarra como su instrumento. Willy lo permitió pero limitó a Rob a que tocara la guitarra clásica. Willy quería que Rob se tomara en serio la música, así que la incipiente música pop no estaba permitida en la casa de los Hoemakers.

 

Rob aún toca la guitarra, y por muchos años brindó acompañamiento musical en congregaciones cristianas.

 

Sí, cuando Rob eligió la guitarra, Anne era la siguiente en la fila para recibir lecciones de piano. A los seis años Willy empezó a dejarla tocar el piano y poco después le dio lecciones semanales hasta los 10 años, tras lo cual acudió a un profesor de piano profesional. La mejor parte es que tanto Rob como Anne siguen haciendo música.

 

Aunque ambos creían firmemente en su fe, Willy y Lieke no iban a la iglesia. Willy había estado activo en el Ejército de Salvación antes de la Segunda Guerra Mundial y tuvo buenas experiencias con esa organización. Además, había estado a menudo en Magelang Java con Pa van der Steur, un misionero que cuidó de más de 7.000 niños abandonados, todos ellos hijos no reconocidos de madres europeas e indonesias.

 

Al parecer en aquella época había conocido a Eddy, el hermano de Lieke, quien más tarde se convertiría en su cuñado.

Aukie, Judy y Anne asistían al Ejército de Salvación local en el distrito de Twekkelerveld cuando eran pequeños. La reunión se celebraba cada domingo en la escuela T. Van de Blinkschool de Olieslagweg. Lieke rezaba todas las noches antes de acostarse y cada mañana leía la palabra diaria en forma de un calendario desprendible que también incluía referencias bíblicas. Para Willy la Biblia era el libro supremo, y eso que leía mucho, sobre todo astronomía. Siempre curioso, Willy comenzó un curso de inglés, lo cual nunca había tenido la oportunidad de hacer. Gracias a esto, años más tarde pudo incluso mantener correspondencia con la NASA. Además del Ejército de Salvación y de leer la Biblia en casa, la familia tenía contacto con un pequeño grupo de la iglesia que organizaba estudios bíblicos semanales. Los estudios también se realizaban en casa de los Hoemakers y de repente esta pequeña vivienda se colmó con otras 15 personas. Todos estudiaban seriamente la Biblia y cantaban canciones cristianas, acompañados por Willy al piano a su manera inexacta.

 

En aquel pequeño barrio de clase obrera, repleto de no creyentes, todo esto era tolerado porque Lieke y Willy eran tan especiales y respetados, pero Rob se avergonzaba de ello y más aún delante de sus amigos de la infancia. ¿Se podía culpar a este joven? Más adelante tendría que conocer a fondo la Biblia y cambiar de religión para poder casarse con su novia de la infancia, Jolanda. Esto trajo muchos problemas, ya que al principio no se abrió a la fe. Rob y Jolanda se casaron y finalmente tuvieron tres hijos: Martijn, Arnoud y Marjolein. Sin embargo, Martijn murió en un accidente fatal a la edad de diecinueve años. Afortunadamente, ni Willy ni Lieke tuvieron que presenciar esto, pero parecía que la historia se repitiera, ya que Lieke también había perdido a Alfredo. Rob y Jolanda, al igual que Lieke y Willy, son muy religiosos. La pérdida siguió siendo una herida que a veces se abre de nuevo y siempre está presente, pero encontraron mucho consuelo el uno en el otro y en su fe.

 

Ambas hermanas, Judy y Anne, fueron juntas al jardín de infancia, pero pronto Judy se cambió a otra escuela porque no era apta para la educación regular. La separación de las dos hermanas dejó una huella en Anne y, durante mucho tiempo, a Anne le costaba aceptar que Judy era claramente diferente.

Judy fue inscrita en educación especial, lo cual fue una lástima porque podría haberse desarrollado mejor bajo las condiciones adecuadas. Sin embargo, en la época de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial todo era difícil, y no fue hasta años más tarde que el gobierno brindó mejor apoyo a las personas con discapacidades mentales y a sus familias. En ese entonces, Willy dispuso que Judy y Aukie fueran ubicados en un hogar de supervisión en caso de que Lieke y Willy ya no estuvieran para cuidarla. Después de la muerte de Willy, Judy regresaba a casa los fines de semana y pasaba el resto de la semana en una casa de cuidados. Siempre era difícil regresarla allí luego del fin de semana, pero era lo mejor para ella. Judy se convirtió en una mujer que no podía valerse por sí misma, es decir, que no era autosuficiente, pero aun así, bajo supervisión, Judy pudo tener un trabajo y realizar trabajos ligeros de embalaje para empresas de Enschede, con el apoyo de la casa de cuidados. Cuando la visitaban hablaba mucho, pero al final no pudo soportar la presión. Su carga de trabajo se redujo a cuatro días a la semana, haciendo pequeñas manualidades creativas, como tejer alfombras o bordados en crochet. Estas pequeñas artesanías todavía se venden en el mercado navideño anual organizado por la institución de cuidados.

 

Aukie también se desarrolló lentamente y asistió a educación especial, él también era un niño problemático del que Lieke diría más tarde que nunca podría morir porque no podía dejar solos a los dos niños especiales. Muchas veces expresó que eran dos clavos en su ataúd. Aukie se volvió como un pequeño vagabundo que deambulaba por las calles. Su aspecto era desaliñado y siempre estaba resfriado con mocos saliendo de sus fosas nasales. Se volvió casi un juguete para otros niños de su edad pero, de alguna manera, pudo defenderse. Sin embargo, cuando se encontraba en el lugar equivocado en el momento equivocado, llamaron al servicio de protección infantil y Aukie tuvo que ir a un hogar especial para niños con dificultades de aprendizaje, en Ermelo, en el área de Veluwe. Fue muy triste que terminara allí, pero ni Willy ni Lieke pudieron hacer nada al respecto.

Una vez al mes, volvía a casa un viernes por la noche como un caballero y regresaba el domingo por la noche como un pequeño vagabundo. Los viernes llegaba pulcramente vestido, con los calcetines bien ajustados en los zapatos, la camisa sin sobresalir del pantalón, el pelo bien peinado. En definitiva, bien cuidado. Al llegar el domingo por la tarde su buen aspecto había desvanecido, ni siquiera sus calcetines estaban en los zapatos. Cómo cambiaba todo esto en un par de días, sigue siendo un misterio. Ni Lieke ni Willy, hermanas o hermanos, podían mantener su buen aspecto. Pero eso también llegó a su fin y pronto consiguió un trabajo en lo que por esa época era la mayor fuente de empleo en la ciudad, el taller para discapacitados.

 

Allí se convirtió en un gran trabajador, e incluso realizó una capacitación adicional en metalistería. Aukie permaneció junto a Lieke hasta que ella murió. Llamó a Rob ese día en particular, porque su madre no se había despertado ni había salido del dormitorio; y no se había atrevido a entrar al dormitorio a echar un vistazo. Afortunadamente, Willy le había conseguido un hogar de cuidados y, a través de una gran institución asistencial, se mudó con compañeros a una zona residencial, con visitas semanales por la institución de cuidados.

 

Después de muchos cambios de residencia, Aukie terminó en una institución de atención a pequeña escala. Este tipo de instituciones asistenciales, que sólo tienen un número limitado de residentes y deliberadamente quieren seguir siendo de pequeña escala, no entraron en el mercado de la asistencia sanitaria hasta mucho más tarde. Por fin tiene su lugar permanente y se siente a gusto allí.

Notificación del compromiso de

Louise (Tía Weis) Fransz y Pieter Hoezoo

Según el índice genealógico Indische Navorscher,

Willem Alexander Fransz se casó con

Johanna Wilhelmina Grönemeier

el nueve de marzo de 1918;

y murió el 10 de marzo de 1921, justo antes del nacimiento de su segunda hija

De acuerdo al índice genealógico, el abuelo de Lieke,

Julianus Adrianus Fransz, se casó con Carolina Magdalena Canèla

Eddy, hermano de Liek

Willy Hoemakers de niño

Certificado 1. Escuela primaria C Semarang (Willy Hoemakers).

Extracto del certificado de nacimiento

Certificado de participación de la escuela técnica

de Willy Hoemakers

Libro de bolsillo de Willy Hoemakers en el ejército

Confirmación documental de que Willy fue internado en el campamento de Djoernatan durante la invasión japonesa de las Indias Orientales holandesas

Extracto del registro civil que da constancia del matrimonio de

Willy y Lieke

Carta del juez cantonal en Enschede que designa a Willy como tutor legal de los niños de Lieke

Lieke 

Lampersari 5, fotografía del año 1980

Registro y factura del pasaje hacia Holanda.

Registro de venta de las bicicletas (becaks)

Certificado de deuda

Poco antes del viaje familiar a Holanda. Detrás, de izquierda a derecha: Erna, Tjang, Aukie, Rob. De pie frente a Erna: Jan. Sentados al frente: Lieke y Willy Hoemakers.

Willy es contratado como asistente administrativo en una oficina, con un salario semanal de 50 florines

Una de las solicitudes ante

la Organización General de Accidentes de Guerra (A.O.R.), Ministerios de Asuntos Exteriores y de Asuntos Sociales para recibir beneficios sociales

Correspondencia con los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Asuntos Sociales sobre los beneficios

Subvención de la Fundación Pelita

Willy con su nieta Maureen

Lieke con Maureen

Collage de la “familia holandesa” en la pared de Eddy

Aviso en el periódico ampliado

Willy

Willy disfrutó muchísimo las últimas semanas de su vida junto a Martijn, su segundo nieto, pero el tiempo era inexorable. Había recibido las transfusiones necesarias por su leucemia y se había alargado su tiempo de vida. Era su momento de irse y lo sabía, sabía lo que estaba pasando. En el hospital fue Rob quien cerró sus ojos para que pudiera finalmente descansar para siempre. Willy era un hombre amable que escuchaba, pero sobre todo era el hombre que hacía todo por su esposa e hijos, que creaba un hogar cálido sólo con amor y cariño junto con su esposa Lieke, quien a su vez cuidaba de él. Continuó siendo optimista en el fondo pese a sus deficiencias, dificultad para oír, mala vista y dificultades para caminar.

 

Era un ajedrecista autodidacta que le había ganado a muchos estudiantes universitarios quienes pensaban que podían vencerlo. Ni sus hijos pudieron ganarle de manera individual, y solo perdió cuando Anne y Rob formaron equipo en un juego. Nunca se enteró. Willy era el eterno estudiante, que aprendía inglés por su cuenta, pero que además siempre quería estar informado de todo, un auténtico adicto a las noticias. Más tarde se suscribió a dos revistas en inglés, a saber, la revista Time y la National Geographic. Además de su lectura diaria del periódico, continuó leyendo la Biblia todos los días. También se matriculó en un curso de física por Teleac en 1974 y le escribió al reconocido Dr. Chriet Titulaer para obtener información sobre ciertos temas astronómicos complejos .

 

Mucho conocimiento se fue a la tumba con él. En su funeral, unos 25 coches siguieron al coche fúnebre desde la iglesia hasta el cementerio. Hubo muchas personas que fueron a despedirse y, cuando la multitud se paró allí en el pequeño edificio que servía como cafetería, Lieke miró a todas esas personas y se sintió orgullosa. En su lápida se lee: Via Dolores, Via Triumphalis. Era su lema, ya que había sufrido mucho, pero al final el sufrimiento le había traído triunfos, pensaba. Gracias a su optimismo inagotable pudo resistir el sufrimiento y gracias a esa fuerza obtuvo triunfos como casarse con Lieke, venir a Holanda con toda la familia y tener nietos. En pocas palabras: un acogedor y cálido regreso a casa en el número 13 de la calle Taurus.

 

Lieke sintió que la muerte de Willy era la ocasión adecuada para derramar lágrimas y esa fue la última vez que los niños la vieron llorar. Se las arregló bastante bien después de la muerte de Willy y siguió siendo una mujer que creía firmemente en su Creador. Todavía tenía la responsabilidad del cuidado de Aukie y eso era bueno para ella. Siguió cocinando y cuando pensaba que era hora de volver a verlos a todos en la casa de los Hoemakers, los llamaba para decirles lo que estaba a punto de cocinar. Sus hijos venían a visitarla, era un evento agradable para todos y lo disfrutaban mucho. Por supuesto, esto siempre iba acompañado de las charlas necesarias acerca de la época en la calle Taurus, ya que Lieke se había mudado a una casa dúplex en la planta baja de Van Limborchstraat, también en Twekkelerveld, y donde incluso se tomaba su tiempo para sentarse en el jardín. Anne y Rob iban regularmente a comer algo allí durante la pausa del almuerzo en el trabajo, ya que trabajaban en el barrio, y luego volvían al trabajo oliendo a los deliciosos aromas de su cocina.

Cartas de Eddy, hermano de Lieke

 Lieke


Lieke estaba cansada, un extraño cansancio se apoderó de su cuerpo y decidió acostarse temprano. Rápidamente roció un pañuelo con su loción favorita de agua de colonia (4711), y disfrutó del delicioso olor fresco. Sujetando fuertemente el pañuelo en su mano, hizo sus plegarias nocturnas, dormitando un poco hasta que un fuerte dolor le envolvió el pecho, pero luego la sensación dio paso a un agradable calor. A lo lejos vio a Willy parado junto a Johan y Alfredo entre ellos, ambos hombres sosteniendo a Alfredo de una mano. Estaban rodeados por una enorme luz blanca que emanaba una cálida y magnética fuerza. La saludaron con la mano y le hicieron señas para que se acercara a ellos. Lieke recibiría otro nieto y bisnietos, pero no lograría esperar a que eso ocurriera. Lo único que importaba ahora era que Willy, Johan y Alfredo la esperaban en una hermosa luz blanca y ella tenía que ir hacia ellos.

 

A la mañana siguiente fue Erna quien, con gran dificultad, tomó el pañuelo de la mano alguna vez tan fuerte de Lieke.

 

 

Apodos que Lieke había puesto a todos sus hijos, incluso a una nieta.

 

Jan – Jankepalematjan

 

Erna – Chepreng Erno

 

Rob - Bietegnon

 

Aukie - Oechingkang

 

Judy – Oenemenoete

 

Ana – Pioet

 

Maureen (primera nieta): Noet

Collage con fotografías de Willy, Lieke y sus nietos colocado sobre la tumba de Tjang en 2019

Erna con Anne en su regazo, Aukie sobre el regazo de Hans y Rob de pie al fondo. A la derecha, Jan con Judy sobre su regazo

Erna y Jan en los años sesenta

Carta de Chriet Titulaer

Rob con su guitarra